Todos tenemos un adulto mayor en la familia. Tal vez tú, tu mamá o un tío cercano son uno de ellos. ¡Y no sabes cuan afortunada (a) de serlo o de tenerlo! Ellos son el legado histórico de todos; el pasado contado vivido y asumido por ellos. Son fuente irremplazable de información. Su conocimiento le da la posibilidad a las nuevas generaciones de no repetir la historia y de poder escribir una nueva basada en la experiencia y en creativas y diferentes maneras de gestionar el presente y futuro de la sociedad. Sin embargo, sociedades como la nuestra no valoran ese legado y tienden a apartar a los adultos mayores; a verlos como ciudadanos de segunda clase, que en el mejor de los casos terminan sus días como cuidadores de los nietos. Hoy, a propósito sobre el Día del Abuelo (25 de agosto), te comparto esta reflexión: En nuestro país se evidencian prejuicios, estereotipos y mitos respecto a la adultez; acci...